Siempre procuro elegir bien el vagón en el que subo.
Desgraciadamente
no podemos, ni debemos
subirnos en todos a la vez.
La cuestión es cuando intento averiguar qué vagón me interesa más.
Al mirar al frente, la vista es muy reducida.
Y cuando miro a izquierda y derecha no puedo si no vislumbrar siluetas.
Y nada más.
Es por eso que escribo este manifiesto.
Me manifiesto en contra de los vagones porque lo único que quiero es
conocerlos todos.
Y aunque suene surrealista, imposible o temerario
(como lo es una idea como esta)
siempre iré a la estación esperando un vagón infinito.
Sin puertas y salidas, solo un vagón que me lleve a mi casa
o
a ideas como esta.
Al fin y al cabo, un buen destino.